Si el siete de julio no cambia la racha en el Maracaná, esta va a ser la décima Copa América sin gloria del equipo argentino. La décima consecutiva. La última vez que ganamos una Copa América fue en 1993 con el Coco Basile.
Parece mentira, pero ya hay gente de veintiséis años (gente con pelos en las patas) que nunca vio a Argentina salir campeón. (No, los juegos olímpicos no cuentan, estamos hablando en serio, hablamos en serio). Ya hay criaturas de cinco o seis años que tienen padres que nunca vieron a la Argentina salir campeón.
Nenas y nenes que les dicen a sus papás: «Papi, papi, contanos de cuando salíamos campeones», y el papá tiene que responder: «No sé, nunca vi a la selección salir campeón». Y los nenes preguntan: «¿Qué pasa papi?, ¿somos peruanos?», y el papá dice: «No, somos argentinos modernos, andá a preguntarle a tu abuelo».
Pero un día se van a morir los abuelos. Es decir: nos vamos a morir. Nosotros, los que vimos a Argentina muchas veces salir campeón de un montón de cosas. En mi época era más o menos natural, cuando empezaba un torneo, ir organizando con los amigos en la casa de quién íbamos a ver la final. La pregunta no era si íbamos a jugar la final. En la casa de quién la íbamos a ver.
Con mi papá, que se murió en el 2008, vimos doce Copa América juntos, en cuatro llegamos a la final, y en dos fuimos campeones. Con mi viejo vimos seis mundiales de fútbol juntos, en tres llegamos a la final, en dos fuimos campeones.
Y gracias a eso mi viejo y yo tuvimos una relación, porque en general no hay más temas que el fútbol entre un padre y un hijo. ¿De qué carajo van a hablar los nenitos de hoy con sus padres si nunca vieron a Argentina salir campeón? ¿De qué van a hablar?, ¿del riesgo país? ¿Del dólar? «Papá, papá, contame de cuando entramos en default». ¿De eso van a hablar los chicos con los padres?
A veces el deporte no es solamente un juego, ni un negocio, ni el opio de los pueblos. Es todo eso… y una cosa más.
También es lo que conecta a una generación con la otra, y a esta otra con aquella otra. Nenes y nenas con sus padres y sus abuelos en una mesa después de cenar. Y el abuelo dice: «Yo vi la Copa América de 1955, que la ganó Angelito Labruna », y el padre dice: «Y yo estuve en el Sudamericano de 1967, en la que Luis Artime fue el goleador», y el tío más joven dice: «Más goleador fue Batistuta en la Copa América de 1991», y así va charlando la familia entera.
Si de un día para el otro dejamos de ganar Copas América, y de ser campeones de alguna cosa a cada rato, esas conexiones familiares, esas pequeñas leyendas de sobremesa, van a empezar a ser menos. O incluso van a desaparecer…
Ojalá que hoy a la tarde este equipo haga un poco de magia y el siete de julio lleguemos a la final y la ganemos. Porque en cualquier momento mi hija grande me hace abuelo y yo voy a necesitar poder contarles a mis nietos alguna leyenda nueva.