¡Ay, qué nervios! A eso de las diez y media los captores liberaron al padre, y se quedaron con la mujer y una hija. Y el padre tenía un teléfono móvil escondido y pudo llamar a la policía. Cuando el Caio oyó eso, envalentonado, nos dice:
«¿Ven?, cuando vengan a secuestrarnos los voy a poder ayudar». Y mostró su trofeo de la cena de ayer.
El Zacarías lo empezó a correr por toda la casa, y le gritaba: «¡Llamá a la ambulancia ahora, antes de que te agarre, hijo de puta!».
Entre el secuestro en directo por la tele y la confirmación de que mi hijo es un caco, estoy de los nervios.