El mando
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Seis meses haciéndome el loco

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Aquí, en el hospital, hay un solo televisor para treinta y dos enfermos. Pero ese no es el problema. El problema es que hay cuatro mandos a distancia para el mismo televisor. Los mandos a distancia tienen el mismo valor que el dinero fuera de aquí. El que tiene el mando, tiene el poder. 

Al principio había uno solo, pero alguno de nosotros los escondió. A la semana nos trajeron otro mando idéntico. A veces estábamos viendo el culebrón de las mañanas, cuando «alguien» ponía los dibujos animados. No sabemos quién. Pero entendimos que el primer mando estaba con vida. 

Al segundo mando no le funcionaba el «mute», entonces trajeron un tercer mando. Y después otro más, cuando al tercero le comenzó a fallar el número dos. 

Se sospecha que el primer mando está en poder del Viejo Ignasi, porque a las seis de la tarde, cuando él suele irse a dormir, la tele se apaga misteriosamente.

El segundo mando, sin duda, lo tiene Santiago Parrilla, porque cada vez que hay un documental sobre la revolución (cualquier revolución) no hay forma de cambiar de canal.

El tercer mando lo tengo yo, muy escondido. Nadie sabe que está en mi poder, y solo lo uso cuando ponen el sonido muy fuerte. Les apago la tele desde el patio, tantas veces como haga falta. 

El cuarto mando, por supuesto, es el que está sobre la mesa: el popular, el mando de todos, que casi siempre lo tiene una enfermera.

Dicen los muy veteranos, los que tienen buena memoria y están aquí desde antes que nadie, que existe un quinto mando, viejísimo, que sirve para apagar la tele cuando ocurren desgracias enormes, como lo del tsunami, o aquello de las torres gemelas. Nosotros no supimos nada de esos acontecimientos sino hasta mucho después, cuando pudimos leer los periódicos viejos que envolvían la lechuga. Es mejor no saber lo que ocurre afuera. Es tanta la locura que hay tras estos muros, que acabaríamos preguntándonos por qué estamos nosotros dentro, y no toda la humanidad. 

Y en realidad, tanto aquí dentro como allí fuera, nadie sabe exactamente quién tiene el mando. Eso un poco nos consuela.

Xavi L.
(Personaje de una novela de H. Casciari)