La idea nació como un juego en el que intenté hacer un pequeño homenaje a mi ciudad natal, Mercedes, o al menos sentirme cerca de su gente; increíblemente, y a pesar de la enorme cantidad de lectores de otros países que se interesaron por la historia, su desarrollo nunca perdió del todo esa premisa. Ese logro no fue mío sino de los comentaristas y seguidores del relato.
Durante el proceso quise generar la ilusión de que la protagonista de la historia —Mirta Bertotti— escribía realmente un diario personal, ayudada en la parte técnica por un hijo informático, a efectos de lograr una completa ‘suspensión de la irrealidad’ en la audiencia. Con ello se generó un reglamento tácito en el que los lectores nunca hablaron conmigo sino con el personaje, incluso sabiendo que Mirta no existía.
Desde el principio hubo una serie de debates en otros espacios virtuales, en donde los lectores se preguntaban sobre la existencia del personaje, sobre la veracidad de sus historias y la posibilidad real del contexto en que interactuaba. Más tarde, cuando la ficción se tornó evidente, fueron necesarios rótulos para definir el género. Si no me equivoco, la palabra blogonovela se pronunció por primera vez en Tribuna Libre, en referencia al blog de Mirta, y se consolidó en un programa de televisión español sobre tecnología.
A pesar de un lenguaje demasiado argentino, los lectores de Más respeto, que soy tu madre llegaron desde diferentes países, edades y clases sociales, y generaron un intercambio de opiniones en los comentarios que, muchas veces, resultó mucho más enriquecedor que el capítulo en sí mismo.
Españoles, argentinos, uruguayos e hispanos de Norteamérica (casi en idéntica proporción), junto al resto de países de habla castellana, leyeron y escribieron sobre ideas comunes y universales, o dieron su visión particular sobre un montón de temas, manteniendo, durante cinco mil comentarios, un clima de cordialidad infrecuente.
Más respeto, que soy tu madre llegó a su fin escapando de los motivos tópicos que sirven como excusa para dar por terminado un blog. Mirta Bertotti no deja de escribir por cansancio, ni por la incomprensión del mundo, ni por falta de lectores, ni por un descenso de la audiencia, ni porque ya no le resulte placentero hacerlo. El personaje, según ha dicho, deja de escribir porque está por llegar su primer nieto y quiere dedicarse a ser abuela (y si ella lo dice, será cierto).
La experiencia, en lo personal, ha sido riquísima e intransferible. Recomiendo mucho a escritores y periodistas incursionar en este género, que posee las grandes ventajas de la literatura y de la columna editorial, y carece de sus desventajas evidentes. Como literatura, posee la inmediatez de respuesta que solo nos da la publicación diaria; y como periodismo, la posibilidad de mentir sin ir presos (opción que únicamente nos brinda la ficción o la actividad política).
Dejaré de publicar definitivamente el blog de Mirta el 1 de agosto de 2004 y le pasaré la posta a otros autores que quieran fusionar el viejo folletín con las nuevas tecnologías. Desde ahora, y a punto de ser padre por primera vez, quiero dedicarme de lleno a este proyecto Orsai que comienza hoy.