Hasta el peluche no paramos
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Prólogo de «Más respeto que soy tu madre»
Más respeto que soy tu madre

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Este libro recopila las confesiones de un ama de casa mercedina de cincuenta y dos años, un marido, tres hijos y un suegro. Mirta Bertotti escribe aquí sobre su familia, sobre su vida y también repasa su temor a la vejez, al tedio matrimonial y al descalabro económico.

No hay mucho más para decir sobre la trama porque, en realidad, no se trata de un libro con introducción, nudo y desenlace. Es otra cosa.

Los casi doscientos capítulos que lo componen fueron escritos por Mirta casi por casualidad —o por desesperación— en una página personal de Internet, durante los últimos meses del año 2003, que fueron horribles, y los primeros meses de 2004, que no fueron mejores. Los redactó ella misma, ayudada en la parte técnica por su hijo mayor, el Nacho, y los publicó día tras día, sin más objetivo que distraerse de su depresión.

Sin embargo, a poco de comenzar su historia, y por razones que Mirta nunca ha comprendido del todo, empezaron a llegar decenas de miles de curiosos de todas partes. Su weblog, modesto y parecido a otros tantos, fue invadido por lectores que se levantaban por la mañana con ganas de saber qué había pasado de nuevo en la vida de los Bertotti. 

Mirta comenzó a coleccionar correos y mensajes de aliento, y más tarde regalos y visitas a su casa. Sus primeros lectores, a los que llama ‘prehistóricos’, son ahora sus amigos personales y tan dueños de la obra como ella misma. 

Cuando acabó su aventura literaria, que se llamó Weblog de una mujer gorda y duró diez meses escasos, empezó a recibir ofertas para convertir su relato en libro, en película de cine, en obra de teatro. Ella a todo decía que sí con optimismo, y todavía hoy, cada vez que su historia adopta un nuevo formato, remata con una frase que a su hijo del medio le hace mucha gracia: 

—Hasta que el Caio no tenga muñeco de peluche, no paramos.

Cinco años después redactada la primera frase de su diario, me honra ser el encargado de recopilar, en este libro, la versión definitiva de la historia de Mirta Bertotti. Me halaga porque soy mercedino, igual que la protagonista, y también porque, como muchos, he sido un fiel lector de su novelita mientras ésta se desarrollaba en la realidad virtual de un monitor.

Me divertí mucho, cada mañana de 2003 y 2004, leyendo —con el privilegio de ser el primer lector— unas historias que me acercaban al lugar donde nací y por el que sentía, y siento, una gran nostalgia. He tratado de recortar lo menos posible el texto para que resulte fiel al original, por lo que es posible que haya pasajes en donde el lector eche en falta un enlace o algún otro elemento muy común en las páginas web e imposible de trasladar al papel. No importa; así lo ha escrito ella.

He preferido que este libro sea un archivo textual de algo que ocurrió, y no una adaptación literaria. Porque eso es, en realidad: un documento de la vida cotidiana, a veces divertido y a veces un poco triste, escrito de puño y letra por una señora de mi pueblo que bien podría haber sido mi madre.

Hernán Casciari