Y yo le digo «ni loca, pendeja, vos lo que tenés que hacer es estudiar para no ser una burra como tu madre».
Y ella me miraba de costado, como desafiante. Me dice:
—Mirá vieja, no me rompás; vos tenés tu cuadernito, el Nacho tiene su weblog nuevo, el Caio hace soreting, el viejo mira DirecTV, ¿y yo qué hago de noche, me rasco?
Pegó un portazo y se fue. Y yo atrás de ella, porque me la veía venir.
—¿Y qué vas a hacer con la webcam? —le digo.
—Nada, vieja, la voy a dejar prendida todo el tiempo… ¡Y no me sigás por toda la casa que me enloquecés!
—¿Para qué la vas a dejar prendida, putarraca, para que te miren en bolas en México? ¡¡Tenés catorce años, Sofía Mirta!! ¿No te alcanza con refregarte con el hijo del carnicero, eh? ¿No te alcanza con mostrarle las tetas a tu hermano para hacerlo calentar?
—¡No es para eso, má…! Es para lucrar con mi cuerpo. ¡Me garpan, vieja, a ver si lo entendés! Hay que darse de alta en una página yanqui y chau picho. La Jésica se puso una webcam, la prende cuando se ducha y le mandan dólares a la cuenta del Banco Francés.
—Ay, Sofi —le digo—. Haber empezado por ahí… Si vas a hacer unos pesitos y además te vas a bañar todos los días es una bendición de Dios. ¿Querés que te ayude a enchufarla, nena?