Los animales desganados
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Seis meses haciéndome el loco

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Siempre me ha llamado la atención la rigidez con que los hombres de ciencia clasifican a los enfermos mentales: paranoico, esquizofrénico, neurótico, maníaco-depresivo, etcétera. Aquí mismo, sin ir más lejos, a veces nos separan bajo estos parámetros, cuando en realidad respondemos a otras muchas características. Por ejemplo, un paranoico contento se parece mucho a un neurótico recién salido de la ducha. Mientras que un depresivo viendo una película de Esteso y Pajares no guarda mucha diferencia con un esquizoide sedado. 

Con los animales ocurre exactamente lo mismo. Los hombres de ciencia se han apresurado en catalogarlos de diferentes formas inexactas. Vertebrados e invertebrados, por ejemplo. Yo encuentro mucho más vertebrado a un grillo que a un oso polar. El grillo es tan duro que hasta toca canciones con sus patas, mientras que el oso es blando como una nube a punto de hacerse lluvia.

Otra categorización extraña es la que convierte en mamífero a la ballena, y la excluye de la categoría de pez. 

Según mi forma de ver, pez es todo aquello que está bajo el agua con forma de pez. Y mamífero es todo aquello que está por encima del nivel del mar sosteniéndose a la tierra con dos o cuatro patas. Si fuesen más de cuatro (las patas) ya sería insecto. Y si fuese solo una (la pata) sería flamenco. Que también vuela y entonces se llama ave. 

Como el murciélago, que por alguna razón han decidido que no sea un ave, únicamente porque no pone huevos. No les importa que el murciélago vuele, incluso a ciegas. Yo creo que el murciélago es más ave que muchos gorriones, que tienen dos ojos y a veces se estampan de todos maneras. ¿Es acaso la serpiente un ave porque pone huevos?

A mí el animal que más me gusta es el ornitorrinco, porque es rebelde como una estrella de rocanrol. Se ha dejado pico para que lo emparenten con las aves, amamanta para que lo crean mamífero, vive en el agua para que lo sospechen pez, y hasta se ha puesto un nombre cacofónico para que se lo confunda con un médico del oído. 

Yo creo que hay solamente dos clases de animales: los que tienen ganas de hacer ruido, y los que no. Me parece incluso que toda la fauna mundial debería dividirse únicamente en estas dos ramas: animales con ganas y animales desganados.

Hay bichos que parecen estar encantados con su garganta, por ejemplo el ruiseñor, el perro atado, la hiena, el oso marsupial y el gato en celo. Son animales que tienen unas ganas tremendas de hacer ruido a cualquier hora. Y se les nota. Sacan pecho y aturden, no les importa la hora ni si hay gente haciendo la siesta. 

Y hay otros, en cambio, que parecen emitir sonidos por contrato, porque sus padres también lo hacían, o quizás para no decepcionar a los turistas. El más llamativo de estos casos de desidia es el de la vaca. Este mamífero muge sin ganas y porque sí. Nunca tiene un motivo. El mismo mugido emite cuando pasa una bicicleta que cuando la están matando para hacer chuletas.

El león, lo mismo. Cuando pasan documentales de estos felinos a mí me dan ganas de cambiar de canal. Rugen a deshoras, están siempre como en un velorio, dejan que las moscas les revoloteen y solo parecen salir de su letargo cuando aparece un bambi o un domador.

En el terreno de las aves, el animal que menos ganas tiene de cantar es la gaviota. Lo hace, sí, pero únicamente para quedar bien con los bañistas de la tarde. 

Y el gallo, bueno. El gallo me pone de los nervios. No hay nada más estúpido que cantar siempre a la misma hora, y medio dormido. No hay deseo, no hay razón vital, no hay amor en ese canto.

Si yo fuera animal y me tocase estar del lado de los animales desganados, optaría por hacer como hace la jirafa: me callo la boca para siempre y los miro a todos desde arriba. (Eso es más o menos lo que hacemos los esquizofrénicos).

Xavi L.
(Personaje de una novela de H. Casciari)