Los viejos rencores de Zacarías y su padre
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Más respeto que soy tu madre

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Mi marido y mi suegro siguen peleados entre ellos, y últimamente hay mucha tensión en casa. Yo no sé si están reviviendo sus broncas de antes o algo, pero en vez de hablarse se ladran, y cuando pasan uno al lado del otro ni se saludan. 

Un día yo escribí en este cuadernito que la pelea entre ellos viene de antes; yo la fui armando de a pedacitos, porque nunca nadie habló abiertamente del tema. ¿Les cuento?

En los años cincuenta don Américo era camionero. Vivía más en la Patagonia que en su casa. Doña Franchesca estaba enferma de celos y siempre pensó que el marido le metía los cuernos. Cuando Zacarías cumplió cinco años, lo sacó de la escuela y lo obligó a acompañar a su padre en sus viajes al Sur. Don Américo no se negó nunca a quitarle a su hijo los estudios porque en esa época era un pelotudo, igual que ahora pero más joven. La cosa es que en realidad mi suegro sí tenía una doble vida, y entonces al Zacarías se lo dejaba a otro camionero que hacía la ruta al Brasil. Resumiendo: mi marido se pasó siete años de su vida viajando a Ouro Preto con un desconocido que llevaba y traía soja, y ocultándoselo a la madre para cubrir a su papá.

¡Pobre santo de marido que tengo!

Hasta que un día que estaban los tres en casa, doña Franchesca le pregunta a su hijo:

—Diga bambino, ¿qué tal é la Patagonia, te piache?

Y el Zacarías, que tenía unos once años, le contesta: «Muito bonito, mamãe, e qué praias mais longas pra jogar fuchibol». Y entonces doña Franchesca, que ya intuía algo porque el Zacarías volvía a casa cada vez más tostado y a veces hasta con el pelo con motitas, le pidió el divorcio al marido y se mandó a mudar de la casa. Y al Zacarías desde ese día no lo quiso ni su madre (que a su hijo le decía «il cómplice») ni su padre (que le decía «il mascalzone pelotudo»). Por eso a veces mi marido es tan duro con su padre, y por eso también nunca va al cementerio a ponerle flores a doña Franchesca.

 

Mirta G. de Bertotti
(Personaje de una novela de H. Casciari)