No sé si es gracias a los pinchazos, o por casualidad, pero me calma mucho agujerearme el cuerpo una o dos veces a la semana.
Según los chinos (no los de ahora, que solamente entienden de restaurantes y de comercio minorista; sino según los chinos milenarios, que son más viejos y más sabios), en cada parte del cuerpo hay como puntitos que tienen que ver con otras partes del cuerpo.
Para hacerlo más comprensible voy a poner la metáfora del mando a distancia. Si uno presiona la tecla «mute» en el mando, por arte de magia el señor del informativo se queda afónico. Lo mismo ocurre cuando uno se pincha un dedo. Según qué parte del dedo te pinches, puede pasar que te deje de doler la cabeza, o que te comience a doler, o que te supure de repente el ano, o que se te queden pegadas las dos rodillas.
Por eso siempre, antes de pincharse una parte cualquiera de la mano, hay que aprender un poco sobre las causas y los efectos de la acupuntura. Yo nunca usé libros para aprender acupuntura, porque leer me aburre mucho. Lo que hice, a través de los años, es un aprendizaje autodidacta basado en el ensayo-error.
Con paciencia, comencé a pincharme diferentes partes de la mano con alfileres, y luego apuntaba en una libreta lo que ocurría en el resto del cuerpo. Aprendí, por ejemplo, que si te pinchas el dedo gordo justo en el medio, te curas el dolor de muelas. Si te pinchas tres veces el meñique, te sangra la oreja. Si te pinchas la boca, te sale una llaga. Etcétera.
Hay que tener mucho cuidado, eso sí, con los alfileres que uno usa para pincharse, porque pueden estar oxidados y eso te mata al instante. Yo lo que hago, para confirmar que los alfileres son buenos, es pinchar primero a una paloma de las muchas que hay en el patio. Si no agoniza, entonces uso ese alfiler para pincharme yo.
A pesar de que ya soy un experto en el arte de la acupuntura, todavía no encontré dónde hay que pinchar para que se me vaya la enfermedad mental que padezco. Suelo pasarme las tardes de los domingos pinchándome la mano, pero no distingo que surjan cambios en mi estado psicológico. Es posible que tenga que pincharme otra cosa más cercana a la cabeza, por ejemplo el globo del ojo, pero me da un poco de miedo quedarme tuerto.
Lo que todavía no he logrado controlar es el dolor que me queda en la mano pinchada después de curarme el resto del cuerpo. Pero me aguanto, porque lo más importante es la investigación.