¡No son mi familia!
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Más respeto que soy tu madre

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Estuvimos toda la mañana, el Zacarías y yo, como en una especie de luna de miel. Nos fuimos tempranito en la motoneta a dar la vuelta al Parque Municipal y nos quedamos tomando mate con bizcochitos tirados en un mantel y hablando de la pizzería, de los chicos y de la mar en coche. Después lo dejé en la Municipalidad haciendo los trámites de la habilitación y me vine para casa.

Cuando entré en la pizzería había tanto humo que me pensé que se habían dejado prendido el horno, pero no. ¡Todo el mundo fumando porro estaban! Se ve que cuando no están los gatos padres, los ratones hijos y la rata paraguaya bailan. Lo primero que me salió fue del alma:

—¡Vos también Nacho, hijo mío!

La Sofi y el Caio no podían parar de reírse, y el Nacho y la Negra Cabeza estaban hablando por teléfono con los zapatos. Ni me hacían caso cuando les hablaba.

—¿Pueden parar un poco, endrogados? —les digo. El Caio me contesta:

—Somos todos detectives, y estamos esperando al Superagente 86.

Y otra vez todos cagándose de la risa y chupando el porro.

—¿Pero no se dan cuenta que puede aparecer el abuelo en cualquier momento? —les digo, espantada.

Y la Sofi me contesta:

—El abuelo es el Superagente, má, y está metido adentro del ropero.

En ese momento mi suegro saca un poquito la cabeza del ropero, con los ojos todos colorados, y dice:

—Non é un ropero, Noventanove, é il conno del chilenchio!

Mirta G. de Bertotti
(Personaje de una novela de H. Casciari)