—Anoche estaba escuchando la radio y un sexólogo decía que si te mido la poronga con una escuadra puedo saber tu edad biológica. ¿No tenés ganas?
—Yo solamente tengo dos edades —me dice—: cincuenta y cinco años de vida y veintinueve años de pelotudo, que es cuando me casé con vos.
—¡Te acordaste que es nuestro aniversario! Yo pensaba que no —le digo, encantada de la vida—. ¿Querés que festejemos con el experimento de la escuadra?
El zángano me da la espalda en la cama y me espeta:
—Si vos me tocás con una escuadra yo te meto un compás en la concha.
Así que tuvimos que dejar la matemática para otro día.