Treinta y un pesitos al chinchón
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Más respeto que soy tu madre

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Vengo de jugar al chinchón en lo de la Tere Gómez y así como si nada me traje como treinta mangos. Yo creo que nunca, jamás en la vida, tuve tanto pero tanto orto. Jugamos por monedas, casi nada, pero esta vez el azar me acompañó. 

Cuatro partidos y gané los cuatro, amén en uno con chinchón de basto en la segunda ronda. ¡Aguante Mirta! Un asco, el orto que tuve. Las viejas chotas me miraban con odio, se les nota la vena, sobre todo a la Bocha, que es muy amiga pero cuando nos sentamos al chinchón te desprecia que da calambre. Yo trato de ir siempre a los chinchones estos de los viernes, porque cuando falta alguna la despellejan, le sacan el cuero…, no paramos de hablar pestes de la que no está. Así que si no voy, las chusmas me aniquilan. Menos a Bocha, las odio bastante a todas. Máxime a la Emilia y a la vieja Monforte, que ya es evidente que no nos hablamos. Cuando gané el cuarto partido me escupió otra vez; se conoce que además de arteriosclorósica es mala perdedora.

Mirta G. de Bertotti
(Personaje de una novela de H. Casciari)