LUCAS.- ¿Cómo se te paró? (Deteniendo el vaivén del subibaja) ¿Te dejó de andar, como los relojes a cuerda?
ALEX.- ¡No, se me paró del verbo upa! Se levantó solo, como si tuviera vida propia.
LUCAS.- ¡No me jodás!
ALEX.- En serio. Como si alguien me lo subiera con una soga… (Volviendo a columpiarse) ¿Para dónde mira tu pito?
LUCAS.- Para abajo, como Dios manda.
ALEX.- Bueno, el mío ayer miraba para el lado de Luján. Y trasca se puso duro. ¿Viste cuando nos hacen cantar el himno en el patio?
LUCAS.- Sí.
ALEX.- Igual.
LUCAS.- (Después de una pausa reflexiva) Eso es una enfermedad, Alex, seguro. Andáte preparando para las inyecciones.
ALEX.- La boca se te haga a un lado, esquenún. (Pensando) Además no creo, porque cuando estás enfermo te duele algo, y esto del pito estaba bueno.
LUCAS.- ¡Cómo va a estar bueno, boludo! No seas masoca…
ALEX.- Posta, era lindo. Una sensación como cuando no hay jardín y hace calorcito… Y el corazón me latía pum pum pum, como cuando te sacás la sortija en la calesita.
LUCAS.- Dicho así suena bárbaro. ¿Y vos dónde estabas?
ALEX.- Esa es la parte jodida… (Repentinamente ruborizado) Estaba en la palangana, mi vieja me estaba bañando. La chabona me enjabonaba mientras me hablaba boludeces, y con el agua se le trasparentaban las tetas por abajo de la blusa…
LUCAS.- (Deteniendo el vaivén) Uy Dios, ¿a vos también te hace eso tu vieja? Qué putas son las madres, virgen santa.
ALEX.- ¿Viste? Se hacen la re pelotudas, las liberadas y no sé qué…
LUCAS.- Hasta no hace mucho, mi mamá me daba besos en la boca…
ALEX.- ¡Qué trola!
LUCAS.- Hasta que un día le paré la moto. Le dije: “Vieja, finíshela con el temita, que me da calor”.
ALEX.- Lógico… La mía se cambia sin cerrar la puerta. Se pone en bolas y me sigue hablando, como si uno fuera un helecho de plástico.
LUCAS.- Trasca tu vieja está re fuerte.
ALEX.- Por eso…, ayer yo no podía dejar de mirarle las tetas. Me acordaba de hace unos años, cuando se las chupaba tres veces al día…
LUCAS.- (Visiblemente excitado) ¡Qué tiempos, Alex, qué tiempos! Yo estaba todo el día en el cochecito: no había que caminar, ni había que ir al fucking kinder, y cuando llorabas, ahí estaba la teta esperando, puntiaguda, llena de leche. ¿Qué más se puede pedir en esta vida?
ALEX.- Claro… De eso me acordaba yo ayer… Y por ahí, ¡zácate!, el pito se me pone como Walt Disney.
LUCAS.- ¿Gracioso?
ALEX.- ¡Duro!
LUCAS.- Ah, como Disney congelado, no te agarré la metáfora… Disculpá.
ALEX.- Todo bien.
LUCAS.- ¿Y vos decís que tienen relación las tetas de tu vieja con tu pito duro?
ALEX.- Sí, porque cuanto más pensaba en mi vieja, más duro se me ponía. Y si por ahí pensaba en mi viejo, ¡a la mierda el hechizo!, el pito como que claudicaba.
LUCAS.- (Batiendo palmas) ¡Qué loco el poder de la mente, chabón!
ALEX.- ¡Es lo que digo yo! Debe haber una bocha de cosas que podemos hacer con el marote…
LUCAS.- ¿Y tu vieja se avivó?
ALEX.- No, por suerte la espumita me disimulaba de cintura para abajo. Pero me puse todo colorado, y empecé a revolear los ojos para los wines, como cuando dibujás las paredes con fibra.
LUCAS.- ¿O sea que sentiste culpa?
ALEX.- Culpa y gustito. Todo junto.
LUCAS.- ¡Qué mezcla bárbara! Mañana cuando mi vieja me esté enjuagando voy a ver si me animo.
ALEX.- Probá y contáme. Vas a ver qué sensación más nueva.
LUCAS.- Si se me llega a parar, a la mierda la teoría de que bañarse es feo.
ALEX.- Yo esta noche le voy a pedir a mi vieja que me pegue otra enjuagada. Si se me levanta otra vez la poronga, me baño a cada rato. Voy a ser el pibe más limpito del barrio.
LUCAS.- Ahora entiendo por qué los grandes no lloran antes de ir a bañarse.
ALEX.- Los grandes se hacen los recontra pelotudos, pero en algunas cosas están más adelantados.
LUCAS.- Lástima que sean tan fachos, ¿no?
ALEX.- Sí, es una pena.
— (Telón)