Las vallas están en todas partes. Y a mí no me gusta estar en ninguno de los dos lados de la valla. Yo, por ejemplo, no voy a lugares donde exista la posibilidad de que no me dejen entrar. Y tampoco voy a lugares donde exista la posibilidad de que no me dejen salir. No me gusta ni la expectativa ni la zozobra. Necesito saber siempre lo que va a pasar y, sobre todo, necesito que pase lo que a mí se me antoja.