En Mercedes, cuando era chico, había tres brujas. Algunas tiraban las cartas, otras hacían magia blanca o magia negra. Todo el mundo sabía que eran falsas pero iban igual. Sin embargo una se empezó a destacar por encima de las demás. Una era buena en serio. Además venía de Brasil una vez por mes, no estaba en Mercedes. Hubo una época, a finales de los ’70, en donde lo místico, si era brasileño, tenía un prestigio distinto.