Era un día cualquiera, de sol, yo estaba en Córdoba, distraído. Mi distracción es fundamental para que se entienda esta historia: yo estaba en Córdoba, al medio día, un día de sol, distraído. Caminábamos con mi amigo Amadeo por el medio de la ciudad de Córdoba y él de repente me agarró del brazo, caminando por la vereda, y me dice: