Cuando vives en un hospital, es probable que nadie te llame por tu nombre. El motivo es confuso, pero los doctores, las enfermeras y tus propios compañeros prefieren los motes: el Gelatinas, el Vizconde, el Niño, la Comadreja, el Ojos de Susto, etcétera. Cada cual tiene un elemento característico. Hasta hace unos meses yo era el Ronaldo Blanco, porque lo más llamativo de mí era que me sobresalía la barriga, pero ahora que escribo una columna en el periódico y me llaman el Intelectual.