En un comentario reciente, una lectora me recordó las épocas en que escribía, en un periódico de Mercedes, entrevistas a personajes inexistentes (por supuesto sin decir que eran cuentos camuflados). Siempre pensé que los habitantes de las ciudades pequeñas, tan poco lectores pero a la vez tan amigos de propagar historias, pueden engancharse con gusto a la ficción literaria de una sola manera: creyendo que el cuento que se les cuenta es real como la vida misma.
En un comentario reciente, una lectora me recordó las épocas en que escribía, en un...