No es exclusivo de la Argentina que las empresas que ofrecen internet, por ejemplo, brinden un servicio horrendo. O las repetidoras de televisión por cable. Aquí también son un flagelo y poco se puede hacer contra sus pésimos servicios. La OCU, a veces, y a fuerza de batallar, suele poner las cosas en su sitio. Pero hay un sector invencible, al que nunca se había logrado poner en vereda: los bancos. Sin embargo esta semana, por primera vez, la OCU logró ganarle una demanda a las cuatro o cinco entidades bancarias del país. A las más robustas: Banco Santander, BBVA, Bankinter y Caja Madrid. Resulta que desde hace mucho, cada vez que pedías una tarjeta de crédito o débito en estos bancos, había en el contrato un artículo, en letra pequeñísima, que decía más o menos lo siguiente: «Si a usted, estimado cliente, le roban la tarjeta y no nos avisa ‘enseguida’, es decir a los pocos minutos, es decir ya, y después el ladrón usa la tarjeta y se compra cosas carísimas por el valor que sea, nosotros miramos para otro lado, no nos hacemos cargo, incluso cuando nos enteremos antes que usted que la tarjeta está siendo utilizada de modo fraudulento; nosotros no le devolvemos el dinero porque somos machos y porque nos bancamos la que venga». Por supuesto, el artículo del contrato bancario no está puesto en términos tan claros, sino con jerga extraña, para pasar desapercibido. También hay otra cláusula que estaba escrita en jeroglífico y con tipografía mínima. Venía a decir algo como esto: «Querido cliente, si viene un ladrón y le pone la pistola en la cabeza, y le dice, de malos modos y bajo amenaza de muerte, que le indique usted los cuatro dígitos de la contraseña de su tarjeta, y usted lo hace porque es un cobarde o un buen samaritano o por el motivo que sea, y después el ladrón utiliza esa contraseña para sacar su dinero de nuestros cajeros automáticos, nosotros no nos hacemos cargo de nada, no le devolvemos el importe sustraído, no nos han robado a nosotros sino a usted, aunque nuestras cámaras de seguridad corroboren que así ha sido y que usted ha estado muerto de miedo durante el atraco». Repito: tampoco está escrito el artículo en esos términos, sino en otros más confusos y leguleyos, para despistar. El miércoles pasado —y después de luchar años en los juzgados— la OCU logró que esos artículos quedaran caducos en los contratos bancarios, tanto para las entidades mencionadas como para cualquier otra que quisiera utilizar esas cláusulas en el futuro. Además, las personas que fueron robadas en el pasado (por el ladrón primero, por el banco después) tendrán que ser beneficiadas por las entidades. Cómo será de enorme, palpable y cotidiana la crisis económica en España, que esta semana el hombre común, la enorme clase media, tuvo que salir a festejar una cláusula que impide a los grandes bancos seguir robando.