Caio y Zacarías, amantes de las letras
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Más respeto que soy tu madre

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El Caio y el Zacarías no deberían jugar al escrábel, porque siempre terminan agarrándose a las trompadas, revolcándose por el comedor y rompiéndome las cerámicas, porque son unos cabezones. Yo no sé por qué directamente no juegan a cagarse a piñas, si es lo mismo. Hoy a la tarde el Caio pone la palabra «partusa» y el Zacarías le dice que no existe. 

El Caio le dice que sí y le argumenta:

—¡Cómo no va a existir si anoche vine de una partusa en casa del Chileno Calesita!

El Zacarías la da por buena a regañadientes y aprovecha la «u» para poner «zerrullejo» y además triplica y usa las siete letras. Total: 186 puntos. Al Caio le agarra la bronca y dice que esa palabra no existe ni acá ni en Venezuela que existen casi todas, y el Zacarías le dice:

—Cómo no va a existir si ayer a la tarde me la pasé zerrullejeando hasta que se me hizo de noche.

Y el Caio le dice:

—¡Andá a hacer trampa a la concha de tu tía, gilastrún! —y entonces el Zacarías, que nunca pierde oportunidad de sacarle sangre al hijo, al grito de «¡más respeto!» le da vuelta la cara de un revés con la bolsa del escrábel, que yo no sabía si el ruido era de las letras o de los dientes del Caio. ¡Mirá que son bestias, eh! Después la que tiene que juntar todo el desastre soy yo.

Mirta G. de Bertotti
(Personaje de una novela de H. Casciari)