Debe usted sentir terror
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Entre las variadas reacciones que la opinión pública española experimenta cada vez que la ETA comete un atentado (estupor, hartazgo, impotencia, etcétera), hay una, muy indirecta y quizá frívola, que llama la atención: la mayoría de los españoles se enoja con la prensa británica, se enoja mucho y patalea los días siguientes a cada atentado, a raíz de la forma en que el periodismo inglés informa sobre los hechos en cuestión. 

La principal generadora de enfados es la BBC, pero el resto de prensa gráfica y audiovisual también recibe palos y diatribas. ¿Y por qué tanto enojo? Porque los medios de Gran Bretaña no le llaman a ETA ‘grupo terrorista’, como sí hacen los medios españoles, sino ‘grupo separatista’ y a veces también ‘banda armada’. Ambas fórmulas, a primera vista, le parecen al lector español una ofensa, como si los ingleses —adjetivando con demasiada suavidad— no condenaran con firmeza los atentados. Como si al anteponer la palabra ‘separatista’ estuviesen de algún modo siendo permisivos respecto de las razones de ETA para atentar. En España (en la íntegra prensa española) no hay matices en este punto. No hay razones. No hay porqué. Les duele tanto tener ese quiste vasco desde hace ya cincuenta años, les humilla tanto no haberlo derrotado todavía, que son incapaces de ser objetivos. Es decir: son incapaces de actuar como prensa. Un atentado etarra es portada siempre: no importa si ha causado seis muertos o cuatro heridos leves. «ETA vuelve a sembrar el terror», el titular siempre será el mismo, o parecido. 

Gran Bretaña también padeció su quiste, el IRA, pero su idiosincrasia les hizo pensar con menos tripa (y más cabeza) a la hora de informar. También llamaba ‘separatistas’, y nunca ‘terroristas’, a los irlandeses díscolos. Hay una clarísima instrucción en el libro de estilo de la BBC al respecto: «Debemos divulgar los actos terroristas con responsabilidad —dice un párrafo—, nuestra credibilidad no debe estar minada por palabras que conlleven juicios de valor o dictados por las emociones. Debemos narrar únicamente hechos, y dejar a la comprensión de los demás el atributo de terror que pudieran provocar los hechos». ¡Ah, qué lujo de sentencia, qué altura periodística encierran esas palabras! Sobre todo en estos tiempos, en donde la prensa, cada vez más, parece alimento ligero de fonda de carretera, comida rápida para llevar; estos tiempos en que los noticieros de televisión ya vienen con la música de fondo que nos indica qué debemos sentir: sinfonía incidental para un asesinato, melodía emotiva para el rescate de un niño… Llamar ‘acto terrorista’ a un suceso sangriento es lo mismo que llamar ‘acto chistoso’ al video de un señor que se resbala. Es darle al público la papilla masticada y digerida, es impedir el razonamiento y el análisis. Debe usted sentir terror, debe usted indignarse, debe usted enternecerse. Pienso en los noticieros de la televisión argentina, posiblemente los peores de los últimos treinta años. Qué lejos están de esas instrucciones de la BBC: debemos narrar únicamente los hechos, y dejar a la comprensión de los demás el atributo que pudieran provocar. (Léase esta última línea de texto con música circense). 

 

Hernán Casciari