La primera vez que pensé en el futuro fue una tarde de invierno de 1978, en la platea de la cancha de River. Paolo Rossi acababa de meterle un gol a Austria. Era la primera vez que yo estaba en un Mundial, y la suerte había querido que fuera en casa. Me resultó conmovedora esa fiesta de los ojos, todos aquellos gritos y colores, y le pregunté a mi papá cada cuánto tiempo habría mundiales en la vida.