Cuando cumples años, en el hospital te dejan escoger el almuerzo para todos. Nada de lentejas, pollo con puré ni sopas desabridas. Cuando cumples años, puedes pedir lo que quieras, para ti y para todos tus compañeros. Tampoco hay que pasarse. El Viejo Ignasi hace un par de meses cumplió sesenta y pidió bocadillos de oreja elefante. Fue gracioso cuando lo dijo, pero cuando nos trajeron las lentejas de siempre ya nadie reía.
Tengo la teoría de que la carcaza de la cabeza tiene un espacio limitado, y que cada vez que memorizás una información, otra información ya antigua se cae, se pierde, se muere. ¿Pero escogemos lo que borramos, o eliminamos al azar? Elegir lo que vamos a olvidar es lo que diferencia a los humanos de los primates y de las cajeras del Carrefour.