El niño hace dibujos en el papel, y entonces sigue siendo un niño. Pero un día, un día cualquiera, el niño dice: «Hoy aprenderé a firmar», y se pasa el día entero ensayando garabatos con su nombre y su apellido, en lugar de hacer dibujos. Ese día, el niño pierde la gracia y se convierte en un señor pequeñito.