Cuando mi necesidad de no ser yo es tan fuerte que pensar en un futuro mejor me resulta imposible, entonces pienso en un pasado mejor. Me digo que yo no nací en mi familia, me convenzo de que no estoy aquí encerrado por razones de salud. Lo que hago (y me funciona muy bien) es creerme que todo es un culebrón. Lo bueno que tienen los culebrones es que, si eres el protagonista y estás encerrado, te escapas en el capítulo tres. A mi me hubiese encantado nacer venezolano, o colombiano, o de cualquier país exportador de culebrones.