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Pausa
El otro día mi hija me preguntó cómo había que hacer para escribir una poesía, y entonces le improvisé un reglamento de diez pasos fundamentales. Le dije: «Nina, escuchá muy bien este decálogo para ser un poeta».
Mis sueños solían ser siempre horribles, hasta que descubrí que están asociados con lo que ceno antes de acostarme. Durante meses he hecho diferentes experimentos gastronómicos, entremezclados con prácticas oníricas, y he llegado a conclusiones muy útiles. Ahora reduzco todas las posibilidades a cuatro únicas clases de pesadillas, y elijo la que quiero para cada noche.
Los días aquí dentro son muy parecidos. No idénticos como las trillizas de oro, sino similares, como Penélope y Mónica Cruz. Algunos son más largos que otros, o más lentos, o más claros; pero al finalizar la semana no los puedes distinguir del todo. ¿El día que he estado constipado ha sido el martes o el jueves? ¿La tarde del lunes fue cuando lloré, o la del viernes? Los días, cuando estás encerrado, comparten el mismo ADN. La cadena genética de los días está compuesta por un treinta por ciento de aburrimiento y un setenta por ciento de agua (o coca cola, es lo mismo).