A veces tengo la sensación de que algunas cosas que hago ya las he hecho antes. Es extraño, sí, pero me ocurre cada día, sobre todo cuando estoy en el baño, sentado en el retrete... Me da la impresión de que eso ya lo hice antes. Es el mismo olor, el mismo sonido, la misma descompostura.
La comida de aquí no es mala, como muchos piensan. Suele haber paella, flan de huevo, pan del día, pollo, carnes magras y también frutas. La comida está muy bien, la verdad; lo que ocurre es que cuando te vuelves enfermo te pones enseguida muy exquisito del paladar. Lo mismo pasa cuando estás preso o cuando te llaman de la mili. Siempre quieres algo mejor, siempre te aburres con lo que hay. Las personas encerradas, en general, solemos ser un poco tiquismiquis y también mal agradecidas.