Hoy ha llegado un terapeuta nuevo, muy joven e inexperto, con ideas novedosas en la cabeza, el pobrecillo. No deberían traer doctores tan jóvenes, porque se les nota que están acojonados, y con razón. Este muchacho hace muy poco que es doctor, y nosotros hace ya muchos años que estamos locos. No puede competir. El terapeuta nuevo nos ha dicho que debíamos hacernos regalos.
En estos días en que todo el mundo está disperso, jugando con su nuevo teléfono móvil o preparándose para el año nuevo; en estos días donde no hay nadie en las oficinas o en las escuelas, mi Garrote cumple cuatro años y está un poco nervioso. Un poco asustado también. Hace años, cuando llegué a este hospital (que espero sea el último) eran los primeros días de un diciembre muy frío y muy lluvioso. Yo estaba un poco triste, porque en cada hospital haces buenos amigos, y yo había perdido a los míos.
Estaba cantado. No iba a pasar mucho sin que el Jeremías se inventara un negocio. Lo que no nos imaginamos era que se dedicara al turismo. Y menos que se centrara en el intercambio cultural con la China. «¿Pero qué les puede interesar a los chinos en Mercedes?», le preguntamos ayer.