Me fascinan bastante los norteamericanos que no entienden ni quieren entender el fútbol. Para ellos es un juego menor que se llama soccer y que juegan sus hijas en la escuela. Para ellos el fútbol es como la milanesa de soja: la miran, la huelen, pero no la pueden masticar porque les parece un aburrimiento. Ellos adoran cuando, en sus deportes espectaculares, el tanteador llega a cien, o cuando en los entretiempos aparecen chicas universitarias con pompones de lana, o cuando los relatores salen por los altoparlantes del propio estadio. En cambio al fútbol nuestro lo ven triste, les parece un juego lánguido propio de latinos con espaldas mojadas y de europeos con complejo de inferioridad.
Me fascinan bastante los norteamericanos que no entienden ni quieren entender el fútbol. Para ellos...