Los payasos
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Seis meses haciéndome el loco

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Me da envidia la gente que vive disfrazada. Obispos, reyes, toreros. Están mucho más locos que yo, y por lo general hacen mayor daño, pero nadie los encierra. La gente disfrazada es despreciable porque toda su estirpe viene del payaso, el ser más odioso de la Tierra. 

De niño mi madre me llevaba al circo a ver a los payasos de colores, pero yo prefería ir a la iglesia; los curas son payasos discretos, vestidos de negro: solo cuando acaparan poder van cambiando a colores más patéticos, y se tocan con gorros absurdos, y la voz se les pone cavernosa. Antes que ir al circo, yo prefería ir a la iglesia, o incluso la escuela, o al mismísimo dentista. Pataleaba y me aferraba al marco de las puertas cuando mi madre me quería llevar al circo. 

—No, por lo que más quieras, no me lleves allí, que están los payasos. 

—¡Pero si van todos los niños y les gusta mucho, Xavier! —me decía— ¿Por qué no te gustan los payasos?

—Porque son borrachos con maquillaje que se hacen daño. Como el papa y tú. 

Era cierto. Mi padre siempre fue un señor borracho, y mi madre una señora muy maquillada. Entre ambos eran un payaso. ¿Por qué mi diversión debía consistir en seguir viendo lo mismo que en casa? 

Gritos, golpes, zancadillas. 

En el circo, cuando aparecían los payasos, yo me escondía entre las gradas y reía con miedo, para no desentonar, pero en el fondo sabía que algo estaba saliendo mal. Y no me equivocaba: después de la función los payasos se quitan la pintura y se hunden en la bebida. Se pintan la sonrisa porque no saben sonreír. Son políticos de colores. Son pederastas impotentes. 

Con el tiempo descubrí por qué no me gustan los payasos, y la gente disfrazada en general. Ocurre que ellos nunca están locos. ¿Cómo sabes cuándo hay que encerrar a un payaso? ¿Cómo sabes si un monseñor es un psicópata? ¿Cómo sabes si un torero tiene esquizofrenia? No lo sabes. Están disfrazados y eso los inmuniza de la locura. 

Sin embargo, me gusta fantasear con lo siguiente: cuando un payaso se vuelve loco le cortan la lengua; después le despintan los colores y se queda blanco y negro. Entonces lo encierran en una habitación invisible. 

Yo creo que el mimo es un payaso enfermo mental. 

Y eso me alivia un poco.

Xavi L.
(Personaje de una novela de H. Casciari)