Ha llovido en el arenero del jardín de infantes, pero Alex y Lucas se sientan de todas formas en el suelo mojado. Es el segundo recreo y hay nubarrones oscuros en el cielo de Mercedes. Alex tiene la boca llena de una pasta celeste, y Lucas lo mira con un poco de envidia infantil.
Me da envidia la gente que vive disfrazada. Obispos, reyes, toreros. Están mucho más locos que yo, y por lo general hacen mayor daño, pero nadie los encierra. La gente disfrazada es despreciable porque toda su estirpe viene del payaso, el ser más odioso de la Tierra.
Hacía mucho tiempo que la familia no vivía un día entero sin broncas, peleas o zapatillazos. Cuando el Zacarías está contento nos contagia y nos alegra a todos. No es muy común verlo feliz: será por eso.