Mientras escribo esto lo miro, hipnotizada, babeando. Está haciendo un peceto. Y él les explica a los gallegos que «en Argentina se dice peceto», pero que allá se dice «redondo». A veces viene su hermana, que es media sosa, pero se ve que se quieren un montón entre ellos…
Siempre habla de Argentina el vasquito, siempre siempre; se conoce que le gustó cuando vivió acá porque todas estábamos enamoradas de él. ¡Y es que tiene un modo de explicarte las cosas este hombre! Y además es tan limpito… Un día yo lo vi en persona, en Mar del Plata, y lo olí de arriba abajo, para ver qué olor tenía. Huele a príncipe azul, a marido detallista y a jabón Federal. El Karlos cocina, canta, hace chistes verdes, hace la comida, te cuenta cosas, y haga lo que haga, aunque sea temprano, yo lo miro y se me acartonan las medibachas.
¡Me agarran unos orgasmos que me tiemblan las patitas! A veces pasa el Zacarías y aprieto las rodillas para que no me oiga el orgasmo… Igual el Zacarías nunca se entera de esas cosas ni que se las expliques con pizarrón. ¡Ay! ¡Qué rico el peceto que está preparando, madre mía! Si una tuviera veinte pesos de sobra, hoy les haría el peceto ese a los chicos… Pero últimamente hay que conformarse con ver cómo lo preparan en España.