Mis orgasmos mañaneros
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Más respeto que soy tu madre

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El vasquito Arguiñano (siempre que lo nombro suspiro) me hace levantar a las ocho y media de la mañana. Antes, cuando él vivía en Argentina, Canal 13 lo ponía en un horario decente, pero ahora hay que agarrar el programa por Televisión Española, y ahí lo pasan al mediodía, y resulta que por los problemas de la globalización acá el mediodía de España es a las ocho y media. 

Mientras escribo esto lo miro, hipnotizada, babeando. Está haciendo un peceto. Y él les explica a los gallegos que «en Argentina se dice peceto», pero que allá se dice «redondo». A veces viene su hermana, que es media sosa, pero se ve que se quieren un montón entre ellos…

Siempre habla de Argentina el vasquito, siempre siempre; se conoce que le gustó cuando vivió acá porque todas estábamos enamoradas de él. ¡Y es que tiene un modo de explicarte las cosas este hombre! Y además es tan limpito… Un día yo lo vi en persona, en Mar del Plata, y lo olí de arriba abajo, para ver qué olor tenía. Huele a príncipe azul, a marido detallista y a jabón Federal. El Karlos cocina, canta, hace chistes verdes, hace la comida, te cuenta cosas, y haga lo que haga, aunque sea temprano, yo lo miro y se me acartonan las medibachas.

¡Me agarran unos orgasmos que me tiemblan las patitas! A veces pasa el Zacarías y aprieto las rodillas para que no me oiga el orgasmo… Igual el Zacarías nunca se entera de esas cosas ni que se las expliques con pizarrón. ¡Ay! ¡Qué rico el peceto que está preparando, madre mía! Si una tuviera veinte pesos de sobra, hoy les haría el peceto ese a los chicos… Pero últimamente hay que conformarse con ver cómo lo preparan en España.

Mirta G. de Bertotti
(Personaje de una novela de H. Casciari)