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Pausa
Esta noche, viajando en el N-6, pensaba en la siguiente metáfora: «Fulano caminaba por la calle con la seguridad y el alivio de aquellos a quienes se les ha destapado la nariz después de cuatro meses». Me pareció gracioso el recurso, más que nada porque en la metáfora misma había una pequeña historia escondida: la de un grupo de gente que anda toda una época con la nariz tapada y de un día para el otro, ¡zas!, otra vez el aire a los pulmones y a caminar por la vereda sacando pecho.
Adela González, mi mamá, se recibió de maestra normal en el treinta y nueve, cuando las mujeres se quedaban en su casa y casi no leían un libro en toda su vida. Ejerció diez años solamente: hasta que se casó. Cuando nací se dedicó a criarme, y después a Francisco, mi hermanito, que en paz descanse. A los dos nos enseñó a leer y a escribir, mientras mi padre trabajaba en la imprenta.
El domingo la Sofi iba por la mitad de Juan Salvador Gaviota, y nadie lo podía creer. Debe ser la primera Bertotti (sacando al Nacho) que va por la mitad de algo que tiene tapa. El fin de semana se habrá pasado como quince horas boca abajo en el piso de la cocina leyendo.