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Pausa
Al Zacarías lo vi llorar tres veces en la vida. Cuando le dijeron que el Nacho era un varoncito, cuando les metiste el segundo a los ingleses y cuando te echaron del Mundial noventa y cuatro.
La noche del 27 de diciembre de 2001, una semana después del caos, ya habíamos tenido cuatro nuevos ex-presidentes, y yo buscaba con desesperación, en Barcelona, un bar con TV satelital para ver a Racing salir campeón en un país que se estaba cayendo a pedazos.
Ayer la Sofi lo trajo al Pajabrava, su noviecito nuevo, a tomar la leche a casa. ¡Un susto tenía ese chico! Se conoce que el carácter del Zacarías debe ser famoso en el barrio. Así que el chico entró, despacito, colorado como un tomate, y se quedó quieto al lado de la nena.
Ayer se vendió la casa vieja. La compró una gente de Capital, que quiere tirarla abajo y poner un Blockbuster. Nos quedamos mudos cuando el de la inmobiliaria nos llamó esta tarde y nos dijo que la cerradura ya era otra y que solamente teníamos que ir a firmar.