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Pausa
Algunos padecemos de un terror extraño, que también conlleva una pizca de esperanza: la de ser enterrados en un cajón de madera sin estar muertos del todo.
Mis sueños solían ser siempre horribles, hasta que descubrí que están asociados con lo que ceno antes de acostarme. Durante meses he hecho diferentes experimentos gastronómicos, entremezclados con prácticas oníricas, y he llegado a conclusiones muy útiles. Ahora reduzco todas las posibilidades a cuatro únicas clases de pesadillas, y elijo la que quiero para cada noche.
Qué sueño espantoso tuve anoche. Otra vez soñé que viene el Nacho y me dice: «Mamá, te presento a mi novia», y miro a la chica y soy yo cuando tenía veintiuno.