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Pausa
Mis compañeros están preparando, en secreto, una fiesta para homenajearme. Van de aquí para allá, sigilosos y con gesto de misterio. El Gelatinas intenta distraerme para que yo no pise el patio, que es donde están organizando todo. El Vizconde lleva dos larguísimas guirnaldas de colores en los bolsillos, camino al patio.
Ayer a la tarde el Caio nos dio la noticia, un poco ruborizado, pobre: «Mamá, papá, tengo novia, y esta vez vamos en serio». ¡Ay, corazones, qué alegrón más grande que me bajó por el esófago! El Zacarías, que cuando se emociona es un bruto, le palmeó la espalda al Claudio y casi le hace escupir un pulmón. «Y eso no es todo —nos dice después de toser—, la invité a cenar esta noche».