Hasta hace cinco años, lo más peligroso de la playa era el sol. Ahora —según me dicen—son los pederastas con camarita, porque le sacan fotos a tus hijos semidesnudos para publicarlas en Internet. «Disculpe, señora: ¿usted estuvo chupando el bronceador?», le pregunto a la vieja que gentilmente viene a alertarme de nuevo este flagelo de la sociedad.