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Pausa
Un estudio indica. Otro revela. Otro asegura. En su afán por confundirse con el cambalache de internet, la mala prensa aprovecha el verano para perder el norte.
Un desperfecto técnico dejó el martes, durante tres horas, a ciento trece millones de usuarios de Gmail, el correo en línea de Google, sin servicio de mensajería. ¿Y esto es relevante? En estos tiempos parece que sí.
Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: "No importa. Que lo llamen al papá por el móvil".
Una de las grandes ideas que tuvimos en la reunión grupal con el psiquiatra (ocurre una vez al mes) es comenzar a hacer un periódico sobre lo que ocurre aquí dentro. Nada presuntuoso. Solo un pliego impreso por ambos lados, con las noticias sobre los enfermos, escritas por los enfermos. Por ejemplo, el gran titular de portada, hoy, sería: EL NIÑO ANDONI HA DICHO SUS PRIMERAS PALABRAS.
Me escribe, muy molesto, un lector vía mail: «Aunque tus personajes hablaban 'en argentino', tu deber es escribir con corrección. Y tu deber, en este caso, es saber que las palabras graves no llevan tilde cuando acaban en ene, ese o vocal». Y como no es la primera vez que me hacen esta acusación tan seria, aprovecharé las vacaciones para explicar por qué, a veces, nuestro único deber es que la gramática nos chupe un huevo.