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Pausa
Hay un libro hermoso del periodista peruano Julio Villanueva que se llama De cerca nadie es normal. Un título maravilloso, porque es verdad. Nadie es normal desde el microscopio.
Yo todavía vivía en España. Y una mañana recibí un correo de una revista de Bruselas: era una revista cultural que me quería hacer un reportaje. Les dije que sí, sin muchas ganas, porque yo estaba muy deprimido en esa época, y tuvimos una charla por Skype bastante simpática; aunque nunca supe bien de qué. Y después me olvidé de todo.
Hoy, catorce de julio, se cumplen veinte años de un hecho intrascendente que (por mi culpa) generó malestar diplomático en un país hermano y le trajo problemas a mi mejor amigo Chiri. Tiene que ver con el robo de símbolos patrios en territorio extranjero. Específicamente, un retrato presidencial. Lo conté hace cinco años en la revista Orsai (ese fue mi error), pero es necesario refrescarlo en este aniversario. Ocurrió el 14 de julio de 1995 y ya es hora de que se levante ese castigo injusto.
Hace diez años que vivo en España, a miles de kilómetros de casa. Cuando estás lejos, una forma de no perder tu identidad es subrayar delante de los nativos las virtudes de la propia tierra. Se llama chovinismo, pero también se llama orgullo.