Play
Pausa
Cuando mi hija estaba a punto de cumplir tres años, es decir, cuando iba a empezar la escuela, decidimos irnos de la gran ciudad, que es preciosa pero inmensa, para buscar un pueblo chiquito, una casa con pasto, un lugar con animales cerca.
Una vez publiqué una novela que no recuerdo haber escrito nunca. Después de publicarla hablé por teléfono con mi hermana y me dijo que había llorado leyéndola y que se había reído sin parar, y que era un libro hermoso.
No es de ahora que cuento historias en voz alta. Viene de antes… Como nací en un pueblo, hacíamos fiestas en las quintas, en el medio del campo. Iban drogones, pichones de escritores, jugadores pobres de monte, desocupados, madres solteras, bajistas sin banda y toda clase de comunista: desde afiliados al partido obrero hasta socialistas depresivos que votaban a Zamora o a Vicente.