Hace un mes, en diciembre, eran casi las ocho de la mañana de un miércoles y yo estaba viendo fútbol por televisión. Era demasiado temprano para ver fútbol, pero el partido ocurría en el lejano Oriente. De golpe, un japonés pateó con fuerza y el arquero de River la sacó al corner con dos dedos. Unos segundos después me puse a llorar, sentado en la cama, como un estúpido. Y me acordé de algo que pasó hace diez años, cuando llevé a mi papá por primera vez a ver un partido del Barça.
Hace un mes, en diciembre, eran casi las ocho de la mañana de un miércoles...