El diario, según mis compañeros, estará dirigido por mí, porque soy el que más contacto tiene con la prensa, dado que escribo una columna en el periódico. Mi subdirector será el Gelatinas, porque siempre anda conmigo. Y yo he propuesto tener dos secretarias (las enfermeras Sara y Eva), pero ellas han levantado el dedo corazón y me han hecho un gesto que significa que no, que agradecen la oferta pero no aceptan.
A mí me gustaría mucho despertarme cada mañana y saber todo lo que pasa entre estas paredes. Saberlo sin padecerlo.
Me gustaría enterarme si el doctorcito V. está de buen humor o no, si el Vizconde huele mal o han logrado cogerlo y bañarlo, si Santiago Parrilla nos dará la lata con sus discursos revolucionarios, etcétera.
La prensa de hoy debería servirnos para saber si saldremos o no de la cama. Si tendremos un buen día. Si es propicio hacer el esfuerzo de vivir.
Los diarios nacionales, por ejemplo, avisan sobre el tiempo para que lleves paraguas, y sobre la crispación nacional, para que lleves tapones en los oídos. Te dicen cuántos muertos habrá en la carretera, para que no seas uno de ellos, y te dicen que Elsa Pataky ha salido en tetas y dónde, para que agotes la edición de las revistas y te encierres en el baño. Nosotros, aquí dentro, no tenemos prensa nacional. Y por eso estamos preparando nuestra prensa interna. Así, tal vez, alguno de nosotros quiera hacer cosas importantes y salir en portada.
Me gustaría mucho un titular que dijera: EL XAVI SE HA ESCAPADO DEL HOSPITAL UNOS DIAS. O uno que explicara: CIENTÍFICOS DESCUBREN QUE LA LOCURA SE CURA CON CHAMPÚ. ¡Ah, cómo echo de menos las buenas noticias!