Morir con buen gusto
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Pausa

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Los consejos de mi abuelo facho

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Fría mañana de sábado en Mercedes. En la vereda oeste de la casa velatoria Rossi un pequeño grupo de personas fuma en silencio y hace tiempo para entrar. En el interior de la sala hay otros corrillos, otros grupos, que conversan en voz baja de espaldas a un ataúd donde reposa el cadáver de un viejo. Casi todos los concurrentes son personas mayores vestidas de negro. Por eso destacan, junto al féretro, dos niños de cinco años. LUCAS acaba de llegar. En cambio ALEX está allí desde temprano.

LUCAS.- ¿Querés que vayamos afuera a jugar, Alex? ¿No te aburrís acá parado?

ALEX.- Si querés andá vos. Yo prefiero quedarme mirándolo hasta que lo tapen. Le van a poner esa chapa encima.

LUCAS.- Dice mi mamá que te distraiga y que te saque un poco a tomar aire. Es más, me parece que me hicieron venir solamente para eso. Así que no me hagas quedar mal… Mirá cómo me hicieron vestir.

ALEX.- Vos no te preocupes, en todo caso abrazáme un cacho y hacete el triste. (Pausa.) Pero quedáte acá conmigo, no te muevas. Y mirálo bien.

LUCAS.- ¿A quién?

ALEX.- A mi abuelo, boludo. ¿A quién va a ser? No todos los días te dejan ver un muerto de cerca. Aprovechá.

LUCAS.- Me da un poco de asco, nunca había visto a un muerto… Solamente al coyote, cuando se le cae una piedra en la cabeza, o algo. Pero al toque aparece otra vez sano, persiguiendo al avestruz. Los dibujos se mueren, pero poquito.

ALEX.- Mi abuelo se quedó así anoche, y desde ese mismísimo momento no lo puedo parar de mirar. Es más fuerte que yo. Como cuando la miro a mi vieja desnuda, cuando se baña y la espío, pero distinto. No es el mismo placer, es otro.

LUCAS.- No podés comparar una madre en bolas con un abuelo muerto. Enfermito.

ALEX.- No estoy comparando, salame. Pero te quiero decir que ver a un muerto también te hipnotiza un poco. Hay algo, como un imán, una curiosidad… ¡Y no sabés la sensación buenísima que te da chuparlo!

LUCAS.- ¿Lo chupaste?

ALEX.- Mi mamá me mandó a darle un beso, hace un rato. Yo al principio no quería. Pero ella me dijo que había que despedirse. Entonces le di un beso normal, pero no sé, se me cruzó algo por la cabeza y saqué la lengua… ¡Para qué! Lucas, creéme, es espectacular…

LUCAS.- ¿En serio chupaste a un viejo muerto?

ALEX.- Ahora ya no puedo parar… Le di como cinco o seis lambidas, cada media hora le doy otra, es un vicio. ¿Querés chuparlo un poco?

LUCAS.- Qué sé yo, Alex. Si fuera pariente mío… Pero yo no lo traté mucho.

ALEX.- ¡No, boludón! No digo que lo chupes por un tema de cariño. Solamente tocále el cachete con los labios… Hacé contacto. Vas a ver lo que pasa.

LUCAS.- Qué pasa.

ALEX.- Vos dale, Lucas, sin compromiso. Primero hacete el triste, para que la gilada no piense que estamos gozando… Después ponete en punta de pie y pasále la lengua por la cara. No mucho. Dos o tres segundos. Hace ruido de beso, para caretear.

LUCAS se pone serio, mira para los costados y hunde la cabeza en el ataúd; oímos un largo chuic. Pasa más tiempo. Regresa con los ojos muy abiertos y una media sonrisa.

ALEX.- Papá sabe, eh… ¿Viste qué flash?

LUCAS.- (Maravillado.) ¡Es… absolutamente impresionante! Está resbaloso y duro, agridulce, como si le hubieran puesto plasticola por la cara.

ALEX.- ¡Es un conogol, hermano! Duro y fresquito, como bañado en chocolate invisible… Yo no puedo parar de chuparlo desde la mañana temprano. Las viejas están encantadas conmigo. Dicen “Qué nieto más cariñoso”.

LUCAS.- Y además el olor está bueno. Acompaña.

ALEX.- Y pensar que cuando estaba vivo yo no lo quería tocar ni con un palo, a mi abuelo… Mi vieja tenía que hacer un escándalo para que yo le diera un beso. Las despedidas eran muy trabajosas.

LUCAS.- Claro, porque chupar viejos tibios es horrible. ¡Pero así, muerto, es otro cantar!

ALEX.- Trasca los viejos tibios están arrugados. Y tiemblan mucho, y te dejan baba en el cogote. Pero así, fríos y metidos en una caja, son más elásticos, más fresquitos. No sé, más…

LUCAS.- Más campechanos.

ALEX.- Claro, eso. (Larga pausa, retoma en tono confidente.) Mi abuelo estaba hecho mierda la semana pasada, tenía la piel que se le caía a cachos, decía boludeces de Onganía, se tiraba pedos… Mirálo ahora, un señor. Parece que tuviera veinte años menos, ni una arruga, olor a lustramuebles, buena pilcha.

LUCAS.- (Poniéndose en puntas de pie.) ¿Puedo darle otro?

ALEX.- (Lo detiene.) Pará un cachito, Lucas; si los grandes se dan cuenta que el abuelo nos gusta, se acabó la joda. Disimulá la cara, que no se te note la adrenalina.

LUCAS.- ¿Así?

ALEX.- No, esa cara es para cuando rompés cosas de vidrio. Poné la trompa para afuera.

LUCAS.- ¿Así?

ALEX.- Eso, y la ceja más abajo. Ahí. Y además tenés que hacerte el compungido. Hagamos lo mismo que ellos, ¿ves?, que parecen palomas asustadas. Caminemos un poco en redondo y hagamos que no con la cabeza.

LUCAS.- ¿Por qué hablan todos bajito?

ALEX.- Porque se murió mi abuelo, pelotudo. Los grandes hablan así cuando quieren estar tristes y no les sale.

LUCAS.- También hablan bajo cuando explican cosas de coger y cuando van al teatro y no les gusta la obra.

ALEX.- Y cuando se muere gente también. Y cuando chusmean cosas de un vecino que vive al lado. Me gustan los grandes afónicos, son más mansitos.

LUCAS.- ¿Vos pensás que nosotros nos vamos a morir así?

ALEX.- Cómo, así.

LUCAS.- Duros y fresquitos.

ALEX.- Yo no quiero pensar mucho sobre el tema de que me voy a morir… Mejor disfrutemos de chupar un muerto. Tenemos cinco años, Lucas, si no frivolizamos ahora, ¿cuándo?

LUCAS.- ¿Pero no te pusiste a pensar en que esto nos va a pasar a nosotros también?

ALEX.- ¿Morirnos?

LUCAS.- Sí.

ALEX.- No, no me entra en la cabeza. Me da cagazo pensar en esas cosas. Y si les preguntás a los grandes es peor, porque tampoco saben bien. Te dicen cosas raras del cielo, de dios, de los angelitos.

LUCAS.- Mi vieja se puso nerviosa cuando le pregunté qué es abortar. Y me apagó la tele.

ALEX.- ¿Qué estabas viendo?

LUCAS.- Una película del espacio, la nave se volvía porque se había abortado la misión.

ALEX.- Hoy a la mañana, cuando veníamos en auto para acá, mi vieja lloraba, lloraba… En un momento le agarró un ataque y se puso a gritar. “No lo voy a ver más, no lo voy a ver nunca más”. ¿Y sabés qué pensé?

LUCAS.- No.

ALEX.- En un día que me senté a ver Sheriff Lobo, a las ocho, y los putos de Canal 7 cambiaron la programación y lo pusieron a BJ. Yo estaba igual que mi vieja, tenía algo acá, algo horrible.

LUCAS.- Morirse debe ser eso: no ver nunca más nada.

ALEX.- Que se apague la tele para siempre.

LUCAS.- Que la desenchufen.

ALEX.- Mi abuelo ahora es una tele apagada.

LUCAS.- Yo tengo un solo abuelo. Le dan de comer por un tubito y respira por otro.

ALEX.- Tu abuelo es televisión por cable.

LUCAS.- Claro. Lo tenemos en casa pero es carísimo, y no sirve para nada.

ALEX.- Qué loco. No me dan ganas de llorar. Éste era el último abuelo que me quedaba, pero no estoy triste.

LUCAS.- Aprovechá y chupalo un poco más, antes de que lo tapen para siempre. ¿Te hago pie?

ALEX.- Dale, y después lo chupás un poco vos.

LUCAS.- Pero del otro cachete. Me da asco tu baba.

LUCAS ayuda a ALEX a encaramarse al ataúd. Después de unos segundos vuelve al suelo, pasándose la lengua por los labios.

LUCAS.- ¿Y, qué tal?

ALEX.- (Entrecerrando los ojos, con placer.) Frutado, persistente, se le nota la madera.

LUCAS.- Claro. Va ganando con el tiempo…

(Telón)

Hernán Casciari