ALEX.- (emocionado) ¿Viste lo que salió en el Clarín de ayer?
LUCAS.- Yo no leo Clarín, en las familias que tenemos padre compramos La Nación. Vos leés Clarín porque en tu casa hay madre soltera.
ALEX.- ¿De en serio?
LUCAS.- Obvio. Y vas a ver que si tu vieja cumple treinticinco sin rehacer su vida, empieza a comprar Página 12.
ALEX.- Mirá qué loco.
LUCAS.- ¿Y qué dice el Clarín, que te emociona tanto?
ALEX.- Mirá, ahora que nos enseñaron usar tijerita te traje el recorte. (lee) “Siete de cada diez chicos tienen un amiguito imaginario antes de los 7 años”.
LUCAS.- (se ruboriza e intenta cambiar de tema) ¿Vamos a comer tierra, Alex?
ALEX.- ¡Epa! ¿Qué pasa, Lucas? Te pusiste todo colorado.
LUCAS.- (esquivo) Nada, chabón; no pasa nada… (le quita el recorte y se lo mete en la boca) Además el papel no es para leer, es para chupar.
ALEX.- (asustado) Lucas, ¿por qué no me mirás a los ojos? Vos me estás ocultando algo… Yo te conozco desde sala rosa, y cuando revoleás la mirada así es que estás incómodo.
LUCAS.- Tarde o temprano te ibas a enterar, pero no pensé que fuera por el diario…
ALEX.- ¿Enterarme de qué?
LUCAS.- Mirá, prefiero decírtelo yo antes de que te vengan con el cuento… Yo soy imaginario, Alex. Estoy en tu cabeza porque sos hijo único.
ALEX.- (incrédulo) ¡Andá a cagar a los yuyos, nene!
LUCAS.- Mirá bien lo que dice el diario. Vas a ver que das justo el tipo de nene introvertido que se inventa cosas. Además pensá: ¿por qué cuando voy a tu casa a tomar la leche tu vieja hace solamente un Nesquick?
ALEX.- Porque es una forra. Si fuera por mi vieja yo no tendría amigos.
LUCAS.- Es que no tenés amigos. Por eso te inventás que existo.
ALEX.- (haciendo puchero) Me vas a hacer llorar, Lucas… No se jode con esas cosas.
LUCAS.- Tranquilo chabón… No es una enfermedad, está todo bien. Además te dura hasta los siete años. Después chau. Empezás segundo grado como nuevo. Trasca te empieza a ir bien en redacción, porque la cabeza la tenés expandida…
ALEX.- ¿Pero qué me estás contando, Lucas? ¿Que cuando yo cumpla siete vas a desaparecer?
LUCAS.- Como por arte de magia. Pero no duele. Te van a empezar a preocupar otras cosas: el escaletrix, la bici sin rueditas, el culo de las maestras…
ALEX.- ¡Pero a esas cosas las voy a querer charlar con vos!
LUCAS.- A esa edad van a aparecer los amiguitos reales, ya vas a ver. Son un poco hijos de puta al principio, te cascan y te tiran piedras porque te ven ajeno y con la mirada perdida, pero si la sabés pilotear, y sobre todo si no llorás como un puto cuando te samarrean, enseguida te dejan entrar en una bandita del barrio o algo.
ALEX.- (como ausente) Pero yo no me imagino la vida sin vos.
LUCAS.- Todos dicen lo mismo, pero después se olvidan. Hay clientes que tuve, que ya están grandes, que ni se acuerdan que alguna vez me imaginaron…
ALEX.- ¿O sea que esto para vos es un laburo? ¿Te importo una mierda, yo? ¿Soy un número en tu agenda?
LUCAS.- ¡No, Alex, no digás eso ni en pedo que me ofende! Yo me entrego en cuerpo y alma a cada cliente. Soy amiguito imaginario por vocación. Pude haber elegido ser alucinación de drogadicto, o luz mala de campo, pero elegí esto porque me gusta laburar con pibes… ¿Sabés cuánto hace que trabajo de amiguito imaginario? ¿Vos te pensás que soy un improvisado? Desde el 79 que estoy en el rubro, Alex. No es moco de pavo.
ALEX.- No tengo la más puta idea de cuánto es 79.
LUCAS.- Un montón.
ALEX.- ¿Y siempre te moviste por acá, en Mercedes?
LUCAS.- No, una vez me tocó un nene ciego, en Bragado. Me cagué de embole porque no jugaba a la pelota ni nada. Era todo escuchar música y chocarse contra las paredes. Desde los tres años hasta los once estuve con él.
ALEX.- ¡Entonces no es hasta lo siete! ¡Te podés quedar más!
LUCAS.- Si vos fueras cieguito sí. A los nenes enfermos se les da un poco más de tiempo para que asimilen. Pero vos sos sanito.
ALEX.- Tengo pie plano.
LUCAS.- No cubrimos pie plano.
ALEX.- ¡Qué mierda de infancia, Lucas! No tengo padre, mi vieja es sobreprotectora y ahora resulta que vos estás en mi cabeza.
LUCAS.- (palmeándole la espalda) ¿Querés que vayamos a comer barro, Alex? Vas a ver como te olvidás. Es lo que tiene el barro: te cura todo.
ALEX.- Qué se yo, Lucas… Ya no es lo mismo. En el fondo voy a saber que soy un nene que está comiendo barro solo. ¿Dónde está la joda?
LUCAS.- No tendría que haberte dicho nada.
ALEX.- Entonces… (pensativo) ¿Esa vez que nos quedamos toda la tarde tirándonos piedras en el terrenito, para seducir a esas mellizas que nos miraban… yo estaba solo?
LUCAS.- Mucho me temo que sí.
ALEX.- ¡Qué patético que soy, por el amor de dios! Esas mellizas se deben pensar que soy idiota.
LUCAS.- No eran mellizas, Alex. La de la izquierda labura conmigo.
ALEX.- ¡Pero entonces ustedes están por todas partes!
LUCAS.- Es que hay mucho hijo único, mucho nene introvertido…
ALEX.- Y cuándo yo cumpla siete y vos te vayas, ¿a dónde te vas a ir? ¿Con otro pibe más chico?
LUCAS.- No sé, el mercado está cada vez más jodido… En algunos barrios conchetos ya los chicos tienen playstations imaginarias. Se quedan todo el día encerrados moviendo los pulgares, con los ojos como el dos de oro, mirando la pared. Vos vas y no te dan bola.
ALEX.- Quedáte conmigo, Lucas. Hasta que sea mayor de dieciocho y me sepa desenvolver.
LUCAS.- Boludón, si pasada una cierta edad me seguís hablando ya no es amistad: es esquizofrenia.
ALEX.- Me importa un carajo el que dirán.
LUCAS.- Relajáte, que faltan dos años y yo todavía estoy con vos… ¿Vamos o no vamos a comer barro?
ALEX.- Mejor me voy para casa… Quiero estar solo.
LUCAS.- Ya estás solo, gilastrún.
ALEX.- La concha de tu madre, Lucas. ¿Además de imaginario tenés que ser tan cruel?
— (Telón)