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Pausa
¿Dónde acaba la personalidad y empieza la locura? La frontera, creo yo, está en la riqueza y en el talento. Si eres rico nunca estás loco: como mucho serás un excéntrico. Y si tienes talento, te conviertes en un genio. Dalí tenía las cuatro cosas. Personalidad, locura, riqueza, talento. En este mundo, cuanto más cosas tengas, más largos te puedes dejar los bigotes.
A las bromas telefónicas las llamábamos «cachadas» y eran tan antiguas como el teléfono. Había una gran variedad de métodos, pero casi todos tenían como objeto molestar a un interlocutor desprevenido; sacarlo de las casillas, desubicarlo. Con el Chiri nos convertimos en expertos cuando promediábamos el secundario. Éramos magos al teléfono. Pero entonces ocurrió una desventura que nos obligó a abandonar el profesionalismo. Una historia que aún hoy nos recuerda que llevamos la maldad dentro del cuerpo.
Hay una clase de gente que sabe chistes. Saber chistes es fácil; te sentás una tarde con un casette y, si le ponés voluntad, te aprendés noventa. Pero 'saber' contar chistes es otra historia. Yo le tengo un miedo espantoso a esa gente que, en las fiestas, te empieza a contar chistes. Le tengo más miedo a eso que al cáncer de próstata.
Nadie en esta familia creyó nunca en el Caio, y mucho menos en su don artesanal. Esa es la verdad. Lo dejábamos hacer soreting porque pensábamos que ya crecería, pero nunca sospechamos que podría llegar a nada serio.