Lo primero que hizo la policía alemana el miércoles, después de levantar los cadáveres de dieciséis personas en el colegio de Winnenden, fue entrar a la habitación del chico Tim Kretschmer y confiscarle la computadora para ver cuáles eran sus videojuegos violentos. No encontraron ninguno: ni el Grand Theft Auto, ni el NARC, ni tampoco el Killer 7.