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Pausa
Hasta que me anoté en un gimnasio yo caminaba una hora todas las mañanas por el parque Saavedra, veloz y con bronca, porque es horrible caminar rápido sin que se te escape el micro o sin que te persiga un perro. Caminar sin un porqué es vergonzoso, pero desde el infarto tengo que hacer un montón de cosas sin sentido, sin sal o sin gracia.
Escribo esto la tarde del veintisiete de octubre de 2014, mientras espero que Mauro se olvide de pagar la cuota trienal del dominio Casciari.com. No creo que ocurra, porque es un tano muy despierto y metódico, pero por las dudas tengo la tarjeta de crédito a mano. Ya hice guardia vana en 2008, en 2011 y me toca de nuevo hoy. Pero esta vez no estoy solo en la trinchera: me acompaña mi hija.