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Pausa
Le dije a mi madre que me soltaban a las nueve de la mañana del martes, para poder salir tranquilo a las ocho y que nadie me estuviese esperando. Me abrió la puerta el doctorcito, que estaba emocionado. Me palmeó y me dijo: «Hala, vete ya». Me estaba esperando un taxi, y yo apretaba un billete de veinte en la mano. En la otra tenía la maleta, con un poco de ropa y mi garrote.
Domingo. Hace treinta años que me despierto sobresaltada con la voz de un señor relatando una carrera de autos de Turismo Carretera. Antes era la radio; ahora es la televisión. Al Zacarías le gusta despertarse a las nueve, poner la carrera y quedarse dormido otra vez. Es una manía.