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Pausa
Según aparece esta semana en la prensa, la pregunta más buscada en Google, con más de sesenta y ocho millones de resultados, es «cómo se hace el amor».
Google ha lanzado esta semana Latitude, un servicio gratuito que permite ubicar —mediante el celular— a los contactos de la agenda que den su consentimiento. La noticia, que fue recibida con algarabía por los usuarios tecnológicos, no profundiza en la flamante problemática del matrimonio moderno.
Estuve todo el fin de semana con un retortijón en el estómago por culpa de unas declaraciones de María Kodama a la prensa española: «A Borges le gustaba Pink Floyd», aseguraba, muy alegre de cuerpo, la viuda. Y no es que esté en contra de la música moderna; lo que me pone los pelos de punta es esta moda, contemporánea y ruin, de que los herederos saquen a relucir las intimidades de sus parientes inmortales. Sobre todo cuando lo que cuentan son esas pequeñeces de entrecasa que los muertos más han querido esconder.
Durante mi ausencia, un grupo de comentaristas rebeldes y una máquina escupespam intentaron, con todas sus fuerzas, convertir Orsai en un nido de ratas. Esta anarquía me hizo acordar a las épocas en que mis padres se iban a Mar del Plata y yo me quedaba en casa 'a estudiar', porque me había llevado todo a marzo.
Ayer los hombres de la casa (el Nonno incluido) se fueron a Buenos Aires a ver Argentina-Paraguay, y se la llevaron a la Negra Cabeza, que está enamorada del arquero guaraní. Así que la Sofi, la Carmencita y yo aprovechamos para tener una charla íntima de mujeres que, como siempre que está el sexo de por medio, terminó propiamente a las patadas.
Yo no estoy en contra de los maricas, ni de los negros, ni de los judíos. Pobre gente. Ellos no tienen la culpa de nada. Pero nunca pensé que un hijo mío...