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Pausa
Dos veces a la semana suena el teléfono en casa, o el timbre, y del otro lado aparece un encuestador. Cada vez hay más y se presentan mejor preparados. Con el tiempo, han aprendido a ser inmunes al NO. Saben minimizar las excusas y están por todas partes, mendigando quince minutos de nuestras vidas. Si un día la Tierra padeciera un conflicto químico que aniquilase todo —plantas, animales, gente— seguirían sonando los teléfonos por la mañana. El encuestador es la nueva cucaracha del mundo.
Cada vez que suena el fijo, en casa, son encuestadores. Quieren saber qué diario leo, a qué candidato voy a votar, si lo odio a él o si la odio a ella… Al día siguiente los diarios dan los resultados de las encuestas. Es decir, la prensa nos comunica qué piensa cada uno de nosotros, qué vamos a hacer, qué voy a hacer.